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jue, May, 2024
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Cómo escondí mi autismo para tratar de encajar.

Eloise fue una niña la cual le costaba entender por que se sentía diferente hasta que,  a una edad muy tardía, le diagnosticaron autismo.

Llevaba 27 años ocultando sus “peculiaridades”. Por casos como estos se espera y se esta buscando que este tipo de casos se puedan diagnosticar a una edad temprana, para gente que tiene autismo y no lo sabe y lo esconde con trucos que usan para encajar.

“Me di cuenta de que era diferente cuando comencé a ir al colegio. Hablaba de las cosas que me interesaban, pero estas no parecían interesarle a los demás. Por ejemplo, me gustaba la psicología, pero el resto prefería charlar sobre chicos. Simplemente tenía intereses dispares y siempre me sentía más cómoda hablando con adultos que con mis compañeros. No sabía cómo convertirme en la mejor amiga de alguien ni cómo jugar a lo que otros jugaban. En el colegio teníamos que amarrarnos el cabello, pero yo odiaba cómo se sentía así que lo aflojaba, metiéndome en problemas, y la gente pensaba que solo lo hacía solo para intentar ser interesante. Yo siempre me debatía entre la comodidad y las expectativas.”

Sus años de la adolescencia fueron insoportables porque “no quieres diferenciarte del resto.” Existe una presión mucho mayor para que las niñas se conformen y formen parte de un grupo social. La gente es muy dura, si un niño juega solo, se le considera independiente, pero si una niña lo hace, la gente dice que tiene problemas y la juzgan.

Me adapté para tratar de encajar haciendo cosas que yo me daba cuenta que los demás hacían, aun que me hicieran sentir incomoda.

Socializar es muy complicado para un autista. Todos los que lo rodean lo hacen despreocupadamente y un autista tiene que pensar en cada aspecto de cómo juntar la secuencia motora para mantenerse erguida y pasar de un pie al otro.

Antes de que me dieran el diagnostico, no entendía por que me sentía diferente. Me sentía y estaba sola. Así como yo no entendía a una persona neurotípica ellas tampoco me entendían a mi.

“A veces llegaba a casa y colapsaba porque estaba muy cansada por haber estado manteniendo el contacto visual.”

A menudo, así se siente ser un autista tratando de encajar. Se necesita energía, razonamiento y, aunque parezca que estás caminando como todos los demás, necesitas mucho más esfuerzo para parecer una persona normal.

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Eloise fue una niña la cual le costaba entender por que se sentía diferente hasta que,  a una edad muy tardía, le diagnosticaron autismo.

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“Me di cuenta de que era diferente cuando comencé a ir al colegio. Hablaba de las cosas que me interesaban, pero estas no parecían interesarle a los demás. Por ejemplo, me gustaba la psicología, pero el resto prefería charlar sobre chicos. Simplemente tenía intereses dispares y siempre me sentía más cómoda hablando con adultos que con mis compañeros. No sabía cómo convertirme en la mejor amiga de alguien ni cómo jugar a lo que otros jugaban. En el colegio teníamos que amarrarnos el cabello, pero yo odiaba cómo se sentía así que lo aflojaba, metiéndome en problemas, y la gente pensaba que solo lo hacía solo para intentar ser interesante. Yo siempre me debatía entre la comodidad y las expectativas.”

Sus años de la adolescencia fueron insoportables porque “no quieres diferenciarte del resto.” Existe una presión mucho mayor para que las niñas se conformen y formen parte de un grupo social. La gente es muy dura, si un niño juega solo, se le considera independiente, pero si una niña lo hace, la gente dice que tiene problemas y la juzgan.

Me adapté para tratar de encajar haciendo cosas que yo me daba cuenta que los demás hacían, aun que me hicieran sentir incomoda.

Socializar es muy complicado para un autista. Todos los que lo rodean lo hacen despreocupadamente y un autista tiene que pensar en cada aspecto de cómo juntar la secuencia motora para mantenerse erguida y pasar de un pie al otro.

Antes de que me dieran el diagnostico, no entendía por que me sentía diferente. Me sentía y estaba sola. Así como yo no entendía a una persona neurotípica ellas tampoco me entendían a mi.

“A veces llegaba a casa y colapsaba porque estaba muy cansada por haber estado manteniendo el contacto visual.”

A menudo, así se siente ser un autista tratando de encajar. Se necesita energía, razonamiento y, aunque parezca que estás caminando como todos los demás, necesitas mucho más esfuerzo para parecer una persona normal.

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