Aunque la mayoría pudo haber muerto por redes de pescadores, varios de estos animales presentan fracturas, colas y aletas rotas y varias lesiones en la piel.
Por su parte, la ley francesa exige que los pescadores declaren todas las capturas accidentales de cetáceos, sin embargo la especialista, Morgane Perri, ha dicho que esto rara vez ocurre.
“Estamos alcanzando tasas de mortalidad que amenazan la supervivencia de la población de delfines en el golfo de Vizcaya“.
“En los últimos tres años, hemos visto más de 1.000 muertes (delfines y marsopas) durante un período de cuatro meses cada invierno”.
Por ahora varios especialistas continúan investigando el inusual acontecimiento mientras que los cuerpos son retirados de las costas. En cuanto el tema de los pescadores, el grupo Sea Sherphed, busca que se prohíba pescar en las zonas de reproducción y que se mejore la vigilancia. La baja tasa de reproducción de los delfines puede provocar una fuerte disminución de su población en el Atlántico Norte.
