Un equipo de investigadores dirigidos por Maria Giovanna Belcastro, antropóloga de la Universidad de Bolivia, ha publicado en la revista científica PLOS One un estudio donde explican como el cráneo pudo permanecer inmóvil en el extraño lugar donde fue encontrado.
El resto humano de 3 mil años de antigüedad fue descubierto en 2015 en la parte superior de un pozo vertical, a 12 metros de altura, ubicado en la cueva de yeso natural Marcel Loubens, al norte de Italia.
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Los estudios sugieren que probablemente perteneció a una mujer, de entre 24 y 35 años, que vivió en algún momento del periodo Eneolítico, entre 3, 630 y 3, 380 antes de Cristo.
Además se dio a conocer que otros restos humanos han sido encontrados en la zona de difícil acceso, a 600 metros. Sin embargo, el equipo de expertos señaló que el cráneo pudo haber sido separado del resto de su cuerpo de manera intencional o accidental, y después pudo haber sido empujado por el suelo por corrientes de agua, misma que pudo haber provocado filtraciones, creando el depósito de yeso donde descansaba antes de que fuese encontrado nuevamente.
El mismo resto óseo presenta una serie de lesiones que pudieron haber sido ocasionadas en el momento de la muerte de la joven mujer, o al ser parte de algún tipo de ritual.
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