La Organización Panamericana de la Salud (OPS) define la Lepra como una enfermedad infecciosa. El periodo de incubación puede ser de aproximadamente cinco años, y los síntomas iniciales incluyen manchas claras u oscuras y nódulos en la piel, así como pérdida de sensibilidad en la zona afectada. Otros síntomas incluyen debilidad muscular y hormigueo en las extremidades.
Si no se trata a tiempo, la enfermedad puede causar secuelas permanentes como deformidades, mutilaciones, reducción de la movilidad e incluso ceguera. Estos síntomas pueden aparecer en un año o más.
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La Lepra puede transmitirse a través de fluidos corporales de la nariz y boca de personas en contacto frecuente con individuos enfermos no tratados.
La mejor manera de evitar el contagio de la lepra es el diagnóstico y tratamiento tempranos de las personas infectadas. En el caso de los contactos domésticos, se recomienda la realización de exámenes inmediatos y anuales durante por lo menos cinco años después del último contacto con una persona en fase infecciosa.
