Un migrante falleció frente a sus hijos cuando, en su intento por alcanzar el sueño americano, se ahogó en el Río Bravo, cerca de la Cruz del Migrante en Matamoros, Tamaulipas.
A pesar de los llamados a evitar cruzar el río, migrantes que llegan a la frontera con Brownsville, Texas, continúan arrojándose a sus aguas peligrosas. Carlos, padre de dos niños de 15 y 8 años, se vio atrapado en el lodo del río Bravo.
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Jackson, un migrante haitiano de 21 años, en su desesperación por no saber nadar, intentó aferrarse a Carlos, de origen venezolano, y lo arrastró hacia el fondo. La esposa del hombre, impotente en el lodo, comenzó a gritar para pedir ayuda.
El hijo de Carlos de 15 años ya había cruzado al lado estadounidense, mientras el otro, de 8 años, observaba cerca como sus padres luchaban por sus vidas. Las autoridades estadounidenses arrojaron una cuerda para rescatar a otros migrantes.
La familia venezolana, resignada a la pérdida, esperó en el borde del río antes de intentar cruzar la cerca de alambres de púas. La Guardia Nacional estadounidense no los detuvo, permitiéndoles pasar y siendo posteriormente llevados a un Centro de Detención.
Elementos de rescate no pudieron recuperar los cuerpos debido a que estaban en territorio estadounidense.