Un informe elaborado en conjunto por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de Unicef, agencia de Naciones Unidas para la Infancia, estima que a principios de 2020, unos 160 millones de niños y adolescentes menores de edad estaban forzados a trabajar, 8,4 millones más que en 2016.
Según las proyecciones sobre el incremento de la pobreza en el mundo, nueve millones de menores más podrían verse afectados de la misma forma antes del 2022.
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Claudia Cappa, estadística y autoridad de la Unicef advirtió que esta cifra inclusive podría ser 5 veces más alta.
“Si las proyecciones sociales bajan respecto a su nivel actual, a causa de las medidas de austeridad y otros factores, el número de niños forzados a trabajar podría aumentar en 46 millones”.
La ONU advirtió que de no hacer algo pronto para ayudar a las familias que están cayendo en la pobreza esta situación se agravará aún más.
“Estamos perdiendo terreno en la lucha contra el trabajo infantil y el pasado año no puso las cosas más fáciles”, subrayó Henrietta Fore, directora general de Unicef.
“Entretanto, hemos empezado el segundo año de confinamientos, cierres de escuelas, alteraciones económicas y presupuestos nacionales en declive y las familias se están viendo obligadas a tomar decisiones difíciles”, añadió.
A inicios de 2020, la OIT y la Unicef calculaban que 79 millones de niños ejerciera trabajos peligrosos como la minería o la pesca, es decir 6,5 millones más que cuatro años atrás.
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