“Fueron los peores momentos de mi vida, creí que no saldría viva de esto”, relató visiblemente conmocionada Paola ‘N’, una de las 14 mujeres que el pasado 11 de julio de 2006 fueron abusadas sexualmente por un grupo de ocho militares del Ejército Nacional.
De acuerdo con información de La Prensa de Coahuila, fue en la zona de tolerancia del municipio de Castaños, Coahuila que estas ciudadanas, quienes se dedicaban a bailar en dos bares locales, fueron víctimas de abusos de todo tipo en su contra, cometidos por soldados ebrios e, inclusive algunos, drogados.
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“Aparentemente era una noche normal y marcaba a que fuera un día tranquilo, mis compañeras y yo estábamos sentadas en una banca donde los clientes llegaban y nos sacaban a bailar, en eso entraron unos hombres y uno de ellos se dirigió conmigo y me invito a bailar… yo accedí”, comenzó relatando.
“Bailamos varias canciones, pero el hombre estaba muy alcoholizado y olía mucho a marihuana, los otros que lo acompañaban bailaban con algunas otras chicas y cada rato se le acercaban a hablar con él, lo nombran ‘Richar’, de lo borracho que estaba le pedí que dejáramos de bailar”, agregó la mujer, quien trabajaba en el bar ‘Salón Pérsico’.
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Tras esto, Paola recordó que, pese a no ser sexoservidora, tanto este hombre como dos más la obligaron a ir a los cuartos traseros y le realizaron tocamientos indebidos, aunque en este punto ella no sabía que eran militares.
“Richar había vuelto, pero esta vez con uniforme militar y con arma, se dirigió a mí nuevamente y me obligó a entrar a un cuarto, donde otra vez dos hombres entraron junto con él y de manera violenta me despojaron de mi ropa”, continuó narrando la víctima.
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“En ese momento yo solo pensé en mis hijos y quería salir corriendo y llegar hasta donde ellos estaban, pero eso me fue imposible, estos tres soldados me violaron cuantas veces quisieron y Richar lo grabó todo, él mismo les ordenaba que me hicieran cosas”.
“Fueron los peores momentos de mi vida, creí que no saldría viva de esto, solo pensaba en mis hijos, tenía tanto temor de no volverlos a ver, yo solo bailaba para llevar el sustento a mi casa, todas las que ahí trabajábamos lo hacíamos por necesidad y no por gusto”, agregó la mujer.
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Pese a que Paola aseguró que poco a poco va recuperándose de este gran trauma, aseguró que en su momento no tenía conciencia del tiempo que pasó, pero sí recordaba que todo lo que le hicieron le dolió mucho, física y psicológicamente.
“Cuando ellos salieron del cuarto donde me tenían, yo esperé por un momento más a que ya no regresaran y pasados unos minutos, salí de la habitación y sin rumbo fijo comencé a correr, cuando reaccioné estaba entre el monte y llena de espinas y sangre”, finalizó narrando esta castañense.
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